««Porque me ha acostumbrado a ti es que puedo quejarme. Porque aceptas mis quejas es que puedo discutir contigo. Porque discuto contigo es que sé que te amo. Te amo…idiota»»
Tic Tac…Tic Tac. El reloj de pared de la sala de estar seguía con su monótono ritmo mientras dos mujeres permanecían sentadas una junto a la otra. La que demostraba cierta intensidad en su imagen tenía las piernas y los brazos cruzados, mientras que la otra se mantenía apoyada en el costado del sofá, con un aire sereno. Ambas estaban mirando el cuarto…solo el cuarto…una rompió el silencio.